El resplandor o La vez que entré a un concurso literario
Estaba por cumplir 26 años y me había mudado a un pueblo minúsculo para
trabajar en una fábrica gigante donde hacían artículos de higiene y limpieza. Era mi primer trabajo en industria. Los Godinez de
oficina y los Godinez de industria son muy diferentes, los de fabrica son
malvados. Sobreviví como pude.
Estaba por contratos y mi jefe cara de chango ya me había sentenciado
que no me iba a renovar así que no me esforzaba demasiado. Por esos años yo
andaba cazando convocatorias con el mismo puño de cuentos mugrosos que yo creía
que eran lo máximo, pero cuando vi esa convocatoria se me iluminó algo por
dentro. Quedaban 3 días para el cierre de
convocatoria y ese día en mi trabajo no hice nada más que escribir el cuento,
estuve unas 8 o 10 horas seguidas trabajando en eso, no me pasó como con otras
cosas que escribo y nunca se cuándo terminar y es que este no era un cuento
inventado, lo que yo estaba haciendo era una crónica, estaba escribiendo algo
que había vivido y sentido así que fue más fácil que inventar cosas.
Al día siguiente imprimí la obra (me encanta llamarlo obra, suena tan
profesional), imprimí tres juegos, me salí de la empresa sin dar explicaciones
y los llevé a la oficina postal. Besé el sobre y se lo entregué al de correos
sosteniéndolo con ambas manos como si fuera el niño Jesús.
Mientras manejaba de regreso a la fábrica ese brillo me acompañaba,
sentía una mezcla bien bonita de satisfacción y esperanza, eran tan cálido que
me sentía invencible. Maldito jefe cara de chango ¿no le gusto mi reporte? Pues
acabo de mandar una obra a concurso y es lo único que me importa.
Pasaron los meses, fui a muchas fiestas, me olvidé de todo, terminó mi
contrato en la fábrica horrenda, tuve unos meses de desempleo, entré a otro
trabajo y recibí un correo, era finalista. En mi mente con baja autoestima me
sentía satisfecha ya con eso, pero una partecita de mi pensaba que podría ganar
algo. Los premios estaban chonchos, 50 mil pesos para el primer lugar, 30 mil
para el segundo y 15 mil para el tercero.
La mujer horrenda que me atendía no me daba la información clara, nunca me dijo nada, tuve que reiniciar la página cada medio segundo para enterarme de los resultados, pero antes de que aparecieran me llego una notificación al cel, abono por 15 mil pesos en mi cuenta.
Esta foto tan bella es de Silvia Grav
Ese brillo que había sentido dentro estalló, sentía que podía dejar
ciegos a los que estuvieran cerca, sentía que despedía calor. Quizá visto desde
afuera no era la gran cosa, Mary Shelly escribió Frankenstein a los 19, pero
para mi era una promesa, era esperanza. Lo que hacía valía, esta vez había valido
15 mil pesos, pero estaba segura que podía valer más.
Pero eso lo contaré en la próxima entrada.
Comentarios
Ahora, el blog es blanco, con una foto de gatito (que, que bueno que quitaste, ya era mucho) y con experiencias más, ammm, ¿humanas?, no sé, divago.
Te lo dije alguna vez, escribes chingon y no sé por qué dejaste de hacerlo. Pero espero que haya más concursos a los cuales mandes esos cuentos mugrosos que sabes que valen.
Dark.
Que curioso que lo manciones, no lo habia pensado asi, hablar de lo que vivo no es lo mismo que hablar de mi. Ahora no me da miedo poner mi foto en la foto de perfil y no se porque antes me daba miedo, a ser juzgada supongo, ahora quien me va a juzgar? Mis 4 lectores? Ademas de que ya mis poderes de adulta hacen que no me importe, seguire hablando de mi y de lo que viva.
Y hey por cierto, tu blog tambien es blanco ahora!